Después de la medianoche, el Milagro!

El día del milagro todo el mundo siguió con su que hacer a pesar de que lo dijo hasta en la radio
todo siguió igual como un día más pero hubo quien ya empezó a sentir ciertos nervios en el estómago.
Todo parecía corriente todo iba bastante normal para un día más
unos cuantos atracos algún asesinato alguna violación
unos cuantos miraron al cielo tras destrozar un par de vidas
y hubo quien se reprochó su última acción con lo de siempre: Nunca mas, nunca más..." Hasta la siguiente.
Este día siguieron los infernales atascos a las entradas y salidas de la ciudad
en ciertos puntos del centro para que hablar peor que siempre
y en la periferia y en algunas calles del centro de la capital alguna que otra concentración pidiendo lo de siempre nada más: no a la bajada de las pensiones, no a la supresión de la ayuda mínima, no a la bajada de la contribución para el paro, una vivienda, no a la subida de impuestos, no a la mala gestión, no a la violencia de cualquier forma, no a la contaminación...

El día del milagro estuvo gris pero decían que debía despejarse cuando se pusiera el sol por aquello del milagro, a saber, pero lo cierto es que hubo lluvia, aguanieve, granizo, viento helado y un día de perros.
Y hablando de perros es cierto que se comentó que estuvieron intranquilos durante todo el día como algo venía algo grande y supremo pero que no comprendían, no saben leer los periódicos es cierto.
Algún cretino se puso con la boca como una O sentado en un banco esperando el momento, madremía, todo es posible en esta ciudad. Nuestro Faraón, perdón quise decir alcalde se subió a lo alto de una de las torres del ayuntamiento cual Quasimodo tras Esmeralda para pregonar que el Milagro sería en su ciudad, perdón de nuevo en la de todos, osea en la de todos que le sufrimos.
Hubo quien se atrevió a sufrir maldeamores en tal día, también quien rompió con su pareja de toda la vida por instructor de kárate o algún funcionario gris y estreñido. Otros en cambio se encaminaron cogidos de la mano a la colina más alta para que el Milagro diera sus parabienes a su unión.
Ilusos y necios de otras regiones fueron llegando en sus coches a la ciudad, que fue una conmoción nacional la noticia no cabe duda que fuera a pesar algo es sólo cuestión de cuantos crédulos se pueden reunir en el mismo sitio esperando algo tan inaudito.

Y un grupo de borracho se acercaron por si el Milagro hacía brotar vino de las piedras del ayuntamiento.
Y unas embarazadas se acercaron para que las bendijera el parto y el neonato.
Y los parados y pensionistas para quitarles la maldición de cuatro años.
Y los pobres y desfavorecidos para que les ayude a superar un día más sin perder la dignidad.
Y a las putas de dos calles más arriba para que les mejore la vida y otras el negocio.
Y hubo también empresarios para seguir haciendo de magos de la nada creando oro de donde sólo hay arena.
Y del ladrón y del estafador que es lo mismo pero a otro nivel para seguir más y mejor.
Y un abuelo se acercó para pedir seguir cuidando de su nieto y que no supiera nada de sus padres.
Y la comitiva iba acercándose y fue tal afluencia de gente que tuvieron que  cortar todas las calles del rededor.

Era imparable la afluencia e impagable de tantas clases de gente tan juntas con tan distintos propósitos en tal circunstancias codo con codo y delante en el palacio de la plaza al faraón, perdón, al alcalde encaramado a la aguja izquierda conjurando vaya a saber el qué.
Todos junto como en alguna conmemoración deportiva, Un segundo mundial? Preguntó un despistado, No un Milagro, Otro? respondió, Y el otro no supo que responder.
Chinos u orientales como queráis, vendiendo bebidas, sobre todo cerveza, algunos con sus carritos de frutos secos y estampitas. Y la parte más desatada del clero profetizando las llamas para el hereje y el pecador constante, ellos no, el resto.

Y aquí estoy delante de ti en una mesa en penumbras del Joyce a diez minutos de la medianoche. Cuando todo parece que ésta noche va a ser especial tú me abroncas por mi incorrección, una más otra menos y yo te digo que fue mi boca, como siempre, pero sigues haciendo sangre en la maldita herida, Gracia luminosa de mi despertar hoy es el día del milagro y ya estamos a siete minutos de tal evento, Olvídalo es imposible contigo, responde ella y con razón en todo como siempre, Piensas tomarte en serio algo? Seguimos así?
Y yo vuelvo a dar otro trago largo a mi pinta Guiness. Y veo sus ojos y un sentimiento, suena cursi pero fue así, y la quiero y mucho pero no soy serio, o por lo menos no lo parezco. Y nos miramos y yo intenté encenderme un cigarrillo que ella abortó al primer movimiento y después de su consentimiento tras mi desesperadas suplicas pude salir a la calle y mientras el viento frío azotaba mi cara y apagaba el encendedor pude dar una calada profunda. Y al girar la cabeza vi el espectáculo a los pies del palacio a la segunda calda comprendí que nada más grande había en el mundo que el amor y la paciencia de una chica maravillosa rubia y con gafas que me esperaba dentro y de mi gran fortuna cada día por que ella estuviera conmigo.

Y dieron las doce y voces y gritos entre plegarias o extraños llamamientos llegaban a nuestra mesa y abrazado a ella con nuestras manos enredadas cono un nudo imposible.
De qué parte del mundo tuvimos que salir para encontrarnos en tales circunstancias en semejante situación.
Me quieres? Pregunté, última primavera del condenado cuando sabe que peor que la muerte es una respuesta sincera y negativa. Pero no fue así y me besó.

Se escucharon aplausos y gritos desde la calle y nosotras abrazados y besándonos en esa vieja taberna.
 
Qué será? Qué pasará? Qué será de nosotros tras esta noche?
No lo sé ni mi importa, pensaba mientras volvíamos a casa, Qué parte de este largo viaje no había vivido y que estrella no había consultado para llegar a ella, mi puerto, como viento suave pero certero?

La noche del milagro fue el milagro del amor de una gran mujer y de una boca de rosa a pesar de la oscuridad de la noche.

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