Bajo el sol del buen Dios

Bajo el sol del buen Dios
no hay quien pueda parar
si no se encuentra buena sombra
donde poder protegerse.

Como el juego de Sísifo entre la guerra y la muerte
nadie sabe cuando el manzano volverá a florecer
por la misma mano del agricultor que hizo los surcos.

Si echa la semilla con cuidado donde en fila debe surcar el agua
y delante y detrás crecerán manzanos de frutas jugosas
es porque él las engendró y cuidó y tras tantos cuidados y años
su fruto puede ser la manutención de su familia y presente.

Quién le dice que sus manzanas no son suyas si no de alguien
que se las quita por el valor del mercado
los papeles notariales dicen que la tierra es suya pero la vida
se la dio el campesino en tantas madrugadas
y en desvelos y en desvelos por la fruta del fruto de un incierto señor.

Y como el juego entre Sísifo y Hades le pide explicaciones
y el pobre analfabeto que nunca pisó escuela alguna
intenta explicar que ya está bien de ver como su familia pasa hambre
y el señor mirando como a piojos a la familia hambrienta
aparta entre insultos al campesino, Ya habrá otro quien lo cultive.

El Otoño sigue a paso arrastrando los pies
pero ya llega
ya viene mientras marchita y oscurece.
Seca y humedece, sin dejar alma sin otra esperanza
el campo va cambiando nuevos trabajos desesperados.


Bajo el sol del buen Dios
no hay quien pueda parar
si no se encuentra buena sombra
donde poder protegerse.

Y el campesino busca trabajo en otros campos en otras regiones
otros señores otras pegas otras cuestiones
pero la cosecha se seca igual y su familia pasa el mismo hambre.
Y cuando dice: Por favor, sea de lo que sea pero algo.
Ellos responden igual no hay trabajo vuelve a tu pueblo, aquí no hay nada.

Y el campesino vuelve a su tierra y en el camino ve surcar el cielo azul
entre las nubes grises un bandada de grajos y una cigüeña, es época se dice pero
no duda a meterse en la primera iglesia para rezar ante las llamas de un Infierno
no buscado ni pretendido, ante un mundo hostil ante la explicación a su familia.
Comida, recibos, gastos imprescindibles....

Y él sólo con su ropa ajada y el cielo que le cubre
nada hay más allá del campo que ve el mismo que le vio crecer 
el mismo que le enseñó que su vida será su esfuerzo
día a día entre sufrimiento y miserias
pero con la dignidad del príncipe que sabe de sus tierras en toda su intimidad.

Y el campesino mira a los ojos de su mujer cuando entra en la casa
a la hora de la cena y surge un silencio
denso y espeso triste e improbable.
No ha habido suerte- Le dice al oído.
Y ella le abraza y le besa sintiéndolo más que él.

Los cuervos y grajos pasan ante el campo ahora seco
frente a la que fue una casa de campesinos
cuidando el jardín de un uno que se creía príncipe
y ahora es sólo campo de arena y valle...
Valiosa joya, Señor, aquella tierra que no vive con tu virtud, mi Señor.

Bajo el sol del buen Dios
no hay quien pueda parar
si no se encuentra buena sombra
donde poder protegerse.

Como el juego de Sísifo entre la guerra y la muerte
nadie sabe cuando el manzano volverá a florecer
por la misma mano del agricultor que hizo los surcos.
- Dios, misericordia (estarás contento...)





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Comentarios

  1. Dani, se me ponen los pelos de punta, porque refleja parte de lo que pasa; y pienso en aquel texto de Alex, en el que decía que ya no importa lo que te esfuerces y trabajes (tal y como nos dijeron nuestros padres, que había que ser muy trabajador); que no sirve de nada. No hay una retribución justa al esfuerzo...

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