La guerra, las guerras

Guerra odiada por las madres
que enmudeces la voz del hombre
y das alas al verso del poeta.

Donde el miedo cohabita con la locura
                              y el supuesto valor
no es más que una huida hacia delante.

Muerte en las manos de soldados que tiemblan
renaces en el incierto jardín de tulipanes
que florecen en el velatorio de nuestra Primavera.

Muerte que musitas en labios secos
la última salvación en el último momento.
Agónica plegaria sorda con tanto ruido.

Y el cuerpo es frágil ante el hierro y el odio
lo que la enfermedad y el destino no pudo
otro hombre te matará sin mirarte a los ojos.

Hay huellas de botas en la tierra
que nunca sabrás donde fueron a llegar
y cuerpos dormidos de forma grotesca

pues grotesca es la muerte cuando sorprende
y grotesco el rostro de quien es sorprendido
abrazando un fusil huérfano de hierro y sangre.

La misma guerra llega a miles de Kilómetros de distancia
en un hogar de olor a cocina con el retrato del hijo
uniformado al lado de la TV que todavía vive en el salón.

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