Lisboa



Lisboa vive en una huida espantada del río pero sobre todo del Océano al que le temen y odian, tanto les ha dado como quitado de golpe.
Al Oeste del Océano,  fueron descubiertos y trajeron con ellos, todos los olores más exóticos de las islas de Oriente al Caribe, a unas calles húmedas, angostas y empinadas.
Los olores, el olor a canela y a ginginha y a bacalao en salazón y boquerones fritos, a los cafés y sus pasteles recién hechos y al papel viejo de las librerías y antigüedades, al bronce de la escultura de Pessoa y al dulzón perfume francés de las boutiques.

Lisboa es una dama decadente en retirada, que solo encuentra consuelo de su melancolía, en la penúltima copa de Oporto, mientras mira por la ventana aquello que se fue y siempre será mejor.
O eso piensa y de nuevo comienza a llover suavemente.

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