Sobre esas lágrimas calientes

La oruga azul me enseñó cual era el camino;
mi camino hasta aquí.
Las estrellas se disuelven lentamente ante nuestros ojos
en agua destilada.
Créeme no fui uno de los que propiciaron la muerte del rey de Tiro
ni quien enterró a Cúchulainn.

La oruga azul me dijo cual era el camino
para escucharte ahí
aunque no estuviera presente .
Que estrella agoniza cuando lloras sobre libélulas de cristal
mientras el naranjo silba algo parecido al azahar.

Llévame bailando
lejos donde el melocotón siga floreciendo bajo otro sol.
Llévame bailando
pero sujétame fuerte cuando no me dé cuenta, me da pánico otro final.

El agua está caliente en ésta orilla
desnúdate donde pueda verte mejor bajo la luz de la Luna.
Hay agua déjame tocarte aquí ya nadie miente.
Pero ven yo no puedo, sigo encerrado entre paredes de cristal
dentro de una Vasija Útero.

Un nuevo Universo grande cómo el mar teñido libre y salvaje
y caliente como un beso por ejemplo el tuyo.

La oruga azul me dijo una vez que tuviera cuidado
con el sol que tarde o temprano derretiría la cera de mis alas
y con mi soberbia que torres más altas han caído.

Y escuché el batir de otras alas pero esta vez angelicales
surcando el cielo, profundizando todavía más
en el cielo uno de esos de Primavera
en uno de esos que sabes seguiremos bailando.
Te has convertido en un vicio
y todavía no tengo bastante.

Y cómo sentenció una vez la oruga azul:
si quieres ser feliz empieza por encontrar la libertad.

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