Mar leyendo












Déjame observarte leyendo en silencio mientras yo escribo a un lado del salón en el escritorio.
Tú, echada sobre el sofá rojo y vestida de negro, bajo la luz que directa va a dar al libro, que subrayas con diligencia en total abstracción. De vez en cuando vuelves al salón y echas un vistazo al teléfono de reojo me observas, bebes un trago agua y vuelves a la carga. El salón está lleno de palabras a pesar del silencio tan ceremonioso que hay, el mismo de una iglesia románica al atardecer.

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