Familia, s.l.

                      (Basado en hechos reales)





Dentro de La historia mundial de la infamia, Borges nos cuenta en pequeños capitulos rebosantes de un fino humor inglés cual Chesterton el lado más repulsivo degradante y patetico de la condición humana. Nos enseña al igual que Chesterton que del ser humano puedes esperar lo peor y siempre se puede aprender algo. La lección ya está dada. Y como siempre la vida perra se afanará en demostrar en tus carnes y en tu miserable día a día que la ficción pocas veces llega a ser tan nauseabunda como la realidad. Acercar la lupa, ya no el microscopio, a una familia y su universo y contemplar los acontecimientos que se producen es el reflejo a escalas mayores de por que existió un Hitler un Pol-Pot un Stalin o un Franco y entender que ese mal ese improvio está ahí, siempre lo ha estado y siempre estará donde halla un ser humano. La moraleja como terminaría el rey de las paradojas es más que cuestionable ya que sólo queda huir de la gente peor y sólo quedarte con la mala si no queda más remedio o mejor todavía evitar contacto alguno de cualquiera, pero esto no seamos ingenuos es imposibles ya que por desgracia en nuestro código genético está el que somos animales sociales y por lo tanto de una manera u otra necesitamos del prójimo.

Una familia empieza por una pareja y sus descendientes, padres (me da igual los sexos y orientación sexual de los mismos) y unos hijos (excepto alguna que conozco que toman a su perro como hijo desplazando a su hija, pero esa es otra historia). Unos padres amantisimos (y en esta España que empieza a levanterase de su siesta nacionalcatólica todos sabemos lo que eso significa) y unos hijos queridos que darán problemas y evolucionarán con ellos, con los problemas y los padres, a una cierta madurez y sensatez entre todos. Quien quiera ver a los Alcántara como modelo no me opondré pero dentro del ramo hay también muchos otros ejemplos. Abuelos tios y primos que entran en el pack que como a padres y hermanos uno no elige pero con los que debe haber una cierta correspondencia protocolaria.

Algo tan sencillo de entender para un animal salvaje en cualquier fauna de la Tierra como es la defensa del clan, se hace imposible de hacer comprender a un padre en los peores momentos de salud física en un momento determiando pero imposible cuando no lo ha hecho en toda su vida. Imagino que a una leona (como fue mi madre) en un clan en el que el cabeza de familia le dió por hacer de avestruz y en su lugar mandaba a sus hermanos como representantes aviesos de intenciones codiciosos y con la usura como único trabajo reconocible en la vida, no le hizo ninguna gracia, de hecho tuvo que ejercer de lider y protector antes esas hienas carroñeras disfrazadas de leones. Que no entendiera el padre de familia las llamadas de auxilio no sorprendió, que aquellas hienas poco a poco se hicieran con el territorio del padre no dejó a nadie indiferente, pero que después de dar muerte a la leona sus cachorros intenten salvar en todo lo posible la diginidad del padre de aquel león que nunca estuvo, luchando contra sus hermanos apestando a bilis y sangre seca en sus colmillos, pasaría por lo menos a esa antología prodigiosa de lahistoria de la infamia.

Alguna vez me preguntan porqué el apellido que figura en mis libros o por el que se me conoce es el de mi madre y no el de mi padre, porqué me asquean tanto las injusticias y la gente que viste otra piel que no es la suya, por que no guardo buenos recuerdos de mi familia (por parte de padre) o por que no quiero saber nada que tenga que ver con la empresa familiar o con frutas y verduras y yo sólo puedo hablar del asco y la náusea de tios y primos a los que ningún adjetivo (des) calificativo puede ajustarse a ellos. Sólo queda algo bueno de todo esto la unión inquebrantable del clan de cachorros, criados con unos principios por una autentica leona y ser humano inmejorable como fue mi madre, en todos lo peores momentos que se le pueden dar a un familiar directo, noches enteras sindormir sin saber que nueva puta nos harían o escuchar a mi madre llorar sin que la vieramos.


Tras tantos siglos de infamias pequeñas y grandes al final del todo tanto Chesterton como Borges confirmarían posiblemente sólo una moraleja: Tras la infamia queda siempre mancillado el nombre del infame. Y esto es injusto aunque fuera sólo por la memoria de mi abuelo (Estar tan cerca de tan gran hombre no os ha enseñado nada??) y la firme determinación de no ceder ante las risas e insultos a la inteligencia y a la moral de tan miserables seres. El tiempo es sabio y a veces hasta justo, todo se andará...


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